Después de esperar toda la noche, miles de peregrinos entraron poco a poco en la plaza de San Pedro a partir de las 5:30 de la mañana.
En el centro de este domingo, con el que se termina la octava de pascua,
y que Juan Pablo II quiso dedicar a la Divina Misericordia, están las
llagas gloriosas de Cristo resucitado.
Una
jornada única. La canonización de Juan Pablo II y Juan XXIII pasará a
la historia como una de las fechas más recordadas por miles de
católicos.
Miles de peregrinos acudieron a la
Basílica de San Pedro después de la canonización de Juan Pablo II y Juan
XXIII para rezar ante sus tumbas.
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